Los venezolanos vivieron otro punto de inflexión en el
choque institucional entre el Parlamento y el Gobierno. El envío de ayudas
buscaba abrir un nuevo escenario al margen del resultado de la convocatoria.
Los cargamentos quedaron atascados en la frontera debido al blindaje de
policial y si pasaron algunas cajas, como anunció la oposición, fue de forma
simbólica.
Las autoridades chavistas se emplearon repeler la entrada
de medicinas y alimentos dirigidos a 300.000 ciudadanos en situación de riesgo.
Maduro rechaza de forma tajante la llegada de la ayuda través de la frontera,
que interpreta como una injerencia de EE UU. Esta pugna desató, durante horas,
el caos en las proximidades de los puentes de Tienditas y Simón Bolívar,
principal paso fronterizo entre Venezuela y Colombia.
En definitiva, el chavismo recurrió a su manual habitual,
acusando a los opositores de montar un espectáculo en la frontera y provocar
los incidentes. "Han perturbado la vida llevando la guarimba [LA
PROTESTA]al pueblo de San Antonio. Quemaron un autobús. Un show para
perturbarles la vida y la tranquilidad a los hermosos pueblos de la frontera.
Ayer me vi obligado a cerrar los puentes fronterizos hasta nuevo aviso y estoy
evaluando qué hacer. Ustedes saben que yo no le temo a nada", dijo antes
de llamar a los militares y a los cientos de miles de milicianos armados por el
Gobierno a levantarse en caso de que le pasara algo. El canciller, Jorge
Arreaza, acusó a EE UU y Colombia de violar la carta de la ONU. "La
comunidad mundial los observa y en el seno de la ONU se tomarán las acciones
que correspondan".