jueves, 2 de enero de 2014

Palmerston, ¿cómo se vive en una de las islas más remotas del mundo?


Palmerston debe ser una de las islas habitadas más remotas de la Tierra.
El pequeño territorio en el Pacífico recibe un bote de suministros dos veces al año como máximo. El largo y peligroso viaje hasta allá logra disuadir hasta a los visitantes más curiosos. Y lo más llamativo: 60 de sus 62 habitantes descienden del mismo hombre: un inglés que se instaló allí hace 150 años.
Nueve días de constante movimiento. Nueves días en un bote, sin posibilidad de detenernos. Nueve días con el temor de ser golpeados por una tormenta tropical, a miles de kilómetros de un posible rescate. El Océano Pacífico es grande, mucho más grande de lo que uno podría imaginar. Este es el viaje a una isla en el fin del mundo.
Palmerston forma parte de las Islas Cook. Aterrizar es imposible. El mar es el único acceso.
Tras dos días de vuelo -desde Londres vía Los Ángeles- salimos en bote desde Tahití.
Después de navegar en nuestro pequeño barco durante cinco días, las nubes adquieren un negro amenazante. La fuerza del sol se ha ido y un frío inquietante se siente en el aire. Un ruido repentino de lluvia intensa golpea el costado de la embarcación. Un rayo golpea en el mar.
Con la vela a la altura máxima, la fuerza del viento empuja el barco y nos arrastra hacia los lados. Es muy poco lo que puede hacerse una vez que la vela se ha caído. Quedamos a completa merced del clima.
Y aquí no hay nadie para ayudarnos. En ocho días de navegación no vemos nada. No hay otros buques, ni fauna ni aviones. No hay nada.
Debido a su altura, la isla solo puede verse a unas dos millas de distancia. Cuando hay mal tiempo, es simplemente imposible avistarla. Durante años, cientos de barcos han chocado con el arrecife que está justo debajo de las olas, dejando a los marineros varados.
El último naufragio ocurrió hace apenas tres años. Los restos del barco y su enorme agujero aún pueden verse en la playa. El resto fue rescatado por los isleños. Aquí no se desperdicia nada.
Aprender a navegar con seguridad en esta barrera de corales lleva años de práctica. Incluso el barco en el que llegamos -de 10 metros de largo- tuvo que ser amarrado a unos 500 metros de la playa para evitar que la golpeara.
Cuando finalmente nos acercamos a Palmerston, vemos venir a una pequeña embarcación que se desvía hacia la izquierda y luego a la derecha.

William Marsters

William Marsters
  • Nació en Leicestershire, aproximadamente en 1831.
  • Se casó con Akakaingaro (conocida como Sarah), la hija de un jefe real de las Islas Cook.
  • También se casó condos de susprimas, formando tres grupos principalesde familias.
  • Llegó a Palmerston como cuidador en 1863 y plantó palmeras en la isla para producir aceite de coco.
  • La reina Victoria le concedió la propiedad de Palmerston en 1892 tras una larga batalla.
  • Murió de desnutrición en 1899 después de que sus cocoteros fueran destruidos por la plaga.
    Fuente: Cookislands.org.uk
"Hola, hola, soy su anfitrión. Enganchen su barco aquí, los llevaremos a almorzar. Yo los cuidaré a partir de este momento", grita Bob Marsters, que viste una camisa verde azulada que combina con el agua cristalina.
Bob es el jefe de una de las tres familias de la isla. Cada una de ellas compite por atender las necesidades de los visitantes. Quienes habitan en la isla se enorgullecen de su bondad y se deleitan con la compañía extra.
Tanto la generosidad como el sistema legal y el resto de las tradiciones han sido transmitidas boca a boca de generación en generación. Son el legado de un hombre nacido en el condado inglés de Leicestershire, a unos 16.000 kilómetros de distancia.
William Marsters fue el primer habitante permanente de Palmerston hace 150 años.
En la década de 1850, Marsters vivió en las Islas Cook y a principios de 1860 fue nombrado cuidador de la isla por el comerciante británico John Brander.
Se mudó a Palmertston en 1863, acompañado de su esposa -una mujer polinesia- y dos de sus primas.
Llenó la isla de cocoteros y durante los primeros años, los barcos de Brander pasaban cada seis meses para recoger el aceite de coco producido por Marsters.
Pero después las visitas disminuyeron hasta terminarse por completo. John Brander había muerto.
En ese momento la reina Victoria le concedió a Marsters la posesión de Palmerston.
Las primas de su mujer también se convirtieron en sus esposas. Entre las tres le dieron a Marsters un total de 23 hijos. Antes de su muerte en 1899 dividió la isla en tres partes, una para cada de una de sus esposas.
Hoy en día, todos menos tres de los residentes son descendientes directos de William.
Palmerston

¿Para qué es el dinero?


"Sean bienvenidos a mi mundo, tierra de arenas blancas y cocoteros. Nada va mal en Palmerston", dice Bob cuando llegamos a su casa con techo de zinc.Leer Mas-->>

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